La Pintura de las tierras pantanos y anegadizos del pueblo de Bogotá se usó en 1614 como evidencia en un juicio legal que el fiscal del Nuevo Reino de Granada había iniciado contra Francisco Maldonado y Mendoza, un reputado encomendero, por la propiedad de unas tierras de la Sabana de Bogotá.
El mapa representa la Sabana de Bogotá, una altiplanicie en la cordillera oriental de los Andes donde hoy es Colombia. A comienzos del siglo XVI, la Sabana estaba ocupada por indígenas Muiscas, de la familia lingüística Chibcha. Una expedición española liderada por Gonzalo Jiménez de Quesada llegó a este lugar en 1536. Desde esos años la ciudad de Bogotá se convirtió en la base de operaciones del imperio español en la zona y en 1549 la nombrarían como sede de la Audiencia de Santafé.
La Pintura de las tierras, pantanos y anegadizos del pueblo de Bogotá es un manuscrito que oscila entre mapa y pintura de paisaje y que pertenece a un género de mapas legales.
La hacienda representada en la pintura perteneció a Francisco de Maldonado y Mendoza. Sus descendientes obtuvieron títulos nobiliarios y la hacienda se convirtió en el centro del Marqués de San Jorge.
Los europeos acuñaron el término de “indios” para aglutinar a las diversas sociedades del Nuevo Mundo en una misma categoría. Esta práctica se originó desde los primeros viajes de Cristóbal Colón. Con esta etiqueta proyectaban muchos estereotipos despectivos sobre las poblaciones nativas.
Los pueblos que hoy caracterizan la sabana no estuvieron ahí siempre, sino que fueron un proyecto puesto en marcha por el imperio español que buscaba que los indios vivieran vidas católicas (lo que llamaban una “vida en policía”).
Las primeras instrucciones para construir pueblos las decretó el visitador Tomás López en 1559 y generó grandes desajustes en las sociedades indígenas. Las reducciones no sólo crearon las condiciones propicias para la transmisión de epidemias, debido a nuevas condiciones de hacinamiento, sino que también generaron conflictos entre las autoridades indígenas y las comunidades.
En el mapa se identifica el lugar donde se encontraba el “cercado viejo del cacique”. Los muiscas de la Sabana tenían centros ceremoniales que se conocieron en el siglo XVI como “cercados”. Estos jugaban un papel importante en su organización política.
La creación de pueblos era parte de unas medidas que buscaban crear dos repúblicas separadas espacialmente y con responsabilidades legales distintas: una de indios que vivieran en pueblos y una de españoles que residieran en ciudades. Es por esto que en el mapa el “pueblo de Bogotá” y la ciudad de “Santa Fe” aparecen como lugares distintos—el pueblo de Bogotá en lo que hoy sería Funza, y la ciudad en el lugar de Santafé de Bogotá.
Aunque el paisaje del mapa lo dominan animales como las vacas, ovejas, cerdos y caballos, ninguno de estos animales era nativo de los paisajes andinos.
La organización que hacían los indígenas muiscas de ese ecosistema rico en fuentes hídricas se basaba en un sistema de camellones que creaba plataformas elevadas que servían como terrazas de cultivo, que a su vez estaban atravesadas por diques que drenaban el agua excedente y servían como canales de pesca.
La introducción del ganado tras la invasión española cambió para siempre el paisaje de la Sabana. El sistema de camellones y canales no era práctico desde una óptica ganadera. Para ese objetivo, era más útil tener sabanas cubiertas de .
Los resguardos eran tierras comunales que podían cultivar los indígenas. Estos surgieron de una reforma legal de 1593, conocida como las composiciones de tierras. Hasta ese momento gran parte de las tierras habían permanecido en manos indígenas.
Ese mismo año se creó un cargo para un funcionario español que distribuía el trabajo indígena y que les decía donde debían trabajar y que también regulaba cómo debían administrar sus cuentas.
En este sentido, este es un mapa profundamente violento. Se calcula que, con la creación de resguardos, los indígenas perdieron el acceso al 95% de las tierras que tenían disponibles para su trabajo antes de la conquista. Es un mapa del despojo de la tierra y de la transformación de los paisajes agrícolas indígenas en sabanas ganaderas de hacendados españoles, en donde los indígenas debían trabajar de manera forzosa. Podemos ver las cicatrices de ese proceso en algunos detalles del mapa, como en la marca el lugar donde quedaba el antiguo cacicazgo o en el pequeño lugar donde se encuentra el resguardo de la comunidad en contraste con las haciendas de españoles.
Los pueblos y los resguardos han tenido una larga y agitada trayectoria desde el siglo XVI, atravesando oleadas de confrontación y resurgimiento. La mayoría de municipios del altiplano surgieron de los pueblos de indios. Después de varios intentos por desmontar los resguardos en los siglos XVIII y XIX, la Constitución Política de 1991 los reconoció como territorios étnicos y desde entonces han ofrecido nuevas posibilidades de autonomía étnica.